A modo de preámbulo

Hace apenas seis décadas que los tranvías dejaron de ser el principal medio de transporte público con que contaba La Habana. Entonces unas treinta líneas eran servidas por cientos de carros eléctricos que recorrían diariamente miles de millas por toda la ciudad, enlazando áreas residenciales con parques industriales, hoteles con centros nocturnos, mercados y centros comerciales con escuelas y repartos. La vida iba a la par del tranvía. Paraderos, plantas eléctricas, estaciones y oficinas, eran elementos de un paisaje urbano desgraciadamente llamado a desaparecer...

Todo esto fue el tranvía. Raíles que horadaron calles y avenidas que llegan, inutilizados, a nuestros días, cables aéreos entretejidos en tupida red de cobre y bronce, ruidos y silencios sumergidos en la historia de los barrios y sus habitantes, huella arquitectónica, histórica y cultural reflejo de los ritmos trepidantes de la modernidad...

En esencia, un aval más que suficiente para ser recordados por todo lo que hizo por nuestra ciudad...

viernes, 30 de enero de 2015

Por la Calzada de Jesús del Monte...

Los tranvías eléctricos brindaron servicios de transportación pública a la población habanera con un protagonismo sin par en las tres primeras décadas del siglo XX. Introducidos en el periodo de administración militar estadounidense en Cuba (1899 - 1902), tenían  el fin de sustituir y modernizar el transporte urbano servido, -desde mediados del siglo XIX-, por los coches de caballos, los ferrocarriles y los tranvías de tracción animal o de “sangre”.
El nuevo sistema tranviario, sin embargo, se estableció sobre los mismos itinerarios de su predecesor, el Ferrocarril Urbano de La Habana. En este sentido, calzadas como Jesús del Monte, la del Cerro y Carlos III se mantuvieron como las protagonistas en el flujo de pasajeros y cargas de la capital. 
Esta magnífica imagen de un tranvía de tracción animal en la calzada de Jesús del Monte, data de septiembre de 1899. Véase el estado de la calle, de tierra y con todo tipo de irregularidades. Asi se caracterizó el sistema vial  en el siglo XIX.
Especialmente de la primera calzada mencionada, el gran escritor cubano Eliseo Diego, escribiría:

“En la Calzada más bien enorme de Jesús del 
Monte
donde la demasiada luz forma otras paredes con 
el polvo  
cansa mi principal costumbre de recordar un
nombre, 
y ya voy figurándome que soy algún portón 
insomne
que fijamente mira el ruido suave de las sombras 
alrededor de las columnas distraídas y grandes
en su calma…”
Y no le faltaba razón al poeta, porque Jesús de Monte es quizás la calzada de mayor longitud de nuestra red vial, enlazando importantes municipios y barriadas metropolitanas como 10 de Octubre, La Víbora, Lawton, Luyanó, San Miguel del Padrón, Guanabacoa y Arroyo Naranjo, por mencionar algunos, muchos de los cuales tuvieron tranvías circulando por sus calles interiores.
Otra increíble toma del Ferrocarril Urbano de La Habana, también circulando por la calzada de Jesús del Monte (actual calzada de 10 de Octubre). En la foto, en primer plano a la derecha, se ven las dos líneas de tranvías de "sangre", ida y vuelta, justo en un cruce. Dan distinción a este paisaje urbano las dos filas de las llamadas "Casas - Quintas" y sus derivaciones arquitectónicas que fueron tan populares también en las localidades del Cerro y Marianao.
Los tranvías eléctricos, hijos de los tranvías "de sangre", deben a sus padres el haber desbrozado el camino para su implantación en el advenimiento del nuevo siglo. Los tranvías en general son parte del legado histórico, cultural, social y simbólico de los pobladores de Jesús del Monte. De ellos también diría unos versos el memorable Eliseo Diego, que hoy usamos para finalizar esta crónica. Quede a las generaciones venideras seguir defendiendo ese legado...

"En el tranvía amarillo:
la República, era,
lleno el pecho, como
decir la suave,
amplia, sagrada
mujer que le dio hijos"...