A modo de preámbulo

Hace apenas seis décadas que los tranvías dejaron de ser el principal medio de transporte público con que contaba La Habana. Entonces unas treinta líneas eran servidas por cientos de carros eléctricos que recorrían diariamente miles de millas por toda la ciudad, enlazando áreas residenciales con parques industriales, hoteles con centros nocturnos, mercados y centros comerciales con escuelas y repartos. La vida iba a la par del tranvía. Paraderos, plantas eléctricas, estaciones y oficinas, eran elementos de un paisaje urbano desgraciadamente llamado a desaparecer...

Todo esto fue el tranvía. Raíles que horadaron calles y avenidas que llegan, inutilizados, a nuestros días, cables aéreos entretejidos en tupida red de cobre y bronce, ruidos y silencios sumergidos en la historia de los barrios y sus habitantes, huella arquitectónica, histórica y cultural reflejo de los ritmos trepidantes de la modernidad...

En esencia, un aval más que suficiente para ser recordados por todo lo que hizo por nuestra ciudad...

miércoles, 3 de enero de 2018

Un recuerdo de viajes de mediados de siglo XIX...


El quitrin, el carruaje más utilizado en los campos cubanos en el siglo XIX, con sus enormes ruedas para soportar las inclemencias del camino y su cubierta típica para hacer más llevadero el sol tropical...
Comenzamos este año 2018 citando un pasaje del interesante libro, La Habana a mediados del siglo XIX, memorias de Antonio de las Barras y Prado, donde se ofrece una descripción sintética de la situación del transporte público y como el tranvía de sangre se iba adueñando de las calles de la ciudad...



“A pesar de haberse introducido en la ciudad muchos carruajes europeos como victorias, coches, tílburis, etc. todavía domina el gusto por el quitrín o volanta que es un carruaje cómodo, de dos asientos, montado sobre sopandas en dos grandes ruedas y tirado por un caballo en que va montado el calesero. Otros llevan dos caballos o tres pareados, que llaman pareja o trío y entonces el calesero va montado en uno de los de fuera de los varales, que siempre es el de la izquierda. En estos carruajes que suelen ser muy lujosos y recuerdan las calesas andaluzas van las cubanas a paseo o a sus quehaceres.
Con dificultad habrá un país de nuestra raza donde sean más fáciles y abundantes los medios de comunicación, lo cual, es signo característico del estado de civilización de un pueblo. Aquí todos los días hay en las calles una multitud de volantas de alquiler que por una peseta hacen el viaje de un extremo a otro de la población; coches de alquiler llamados vulgarmente berlinas, para ir de paseo o a correrías; ómnibus conocidos con el extrambótico nombre de guaguas, que por un real cada asiento, hacen una carrera de más de una legua, o sea desde la Plaza de Armas hasta el cerro o Jesús del Monte, tomado o dejando pasajeros en todo el tránsito. Además hay un ferrocarril urbano (tranvía), tirado por caballos que recorre los principales centros de la ciudad y extramuros, hasta la Chorrera, Carlos III y el Cerro, saliendo un coche cada cuarto de hora, a real el asiento también.”