A modo de preámbulo

Hace apenas seis décadas que los tranvías dejaron de ser el principal medio de transporte público con que contaba La Habana. Entonces unas treinta líneas eran servidas por cientos de carros eléctricos que recorrían diariamente miles de millas por toda la ciudad, enlazando áreas residenciales con parques industriales, hoteles con centros nocturnos, mercados y centros comerciales con escuelas y repartos. La vida iba a la par del tranvía. Paraderos, plantas eléctricas, estaciones y oficinas, eran elementos de un paisaje urbano desgraciadamente llamado a desaparecer...

Todo esto fue el tranvía. Raíles que horadaron calles y avenidas que llegan, inutilizados, a nuestros días, cables aéreos entretejidos en tupida red de cobre y bronce, ruidos y silencios sumergidos en la historia de los barrios y sus habitantes, huella arquitectónica, histórica y cultural reflejo de los ritmos trepidantes de la modernidad...

En esencia, un aval más que suficiente para ser recordados por todo lo que hizo por nuestra ciudad...

viernes, 28 de junio de 2013

El teatro Martí al paso de un tranvía


Como una importante construcción neoclásica, el teatro Martí, antes Irijoa, fue fundado en junio del año 1888 por quien fuera su primer propietario, el vasco Ricardo Irijoa. Doce años después, en el 1900, cambia su nombre por Martí, para servir al año siguiente como sede de la Asamblea Constituyente que habría de redactar la primera constitución de la República de Cuba. Por sus valores históricos, culturales y patrimoniales, es en la actualidad restaurado por la Oficina del Historiador de la Ciudad de La Habana, que piensa mantenerlo como espacio dedicado al teatro.

Está enclavado en la intersección de las calles Dragones y Zulueta, muy cerca del edificio del Capitolio Nacional y el Hotel Saratoga, en el área que en tiempos coloniales estaba dedicada a las murallas que circunvalaban de la ciudad. La calle Zulueta en particular, fue un importante corredor del tránsito tranviario citadino. Por su doble vía circularon los carros eléctricos que entraban a la parte antigua de La Habana, el centro fundacional. 
En esta imagen, que puede datarse en los finales de los años veinte, se observa el tatro Martí en todo su esplendor. Transitando por la calle Zulueta, un vagón de tranvía eléctrico. Tiene la cabina abierta y puede verse perfectamente al motorista.
En los escenarios del Martí desfilaron importantísimas figuras nacionales y extranjeras del ámbito artístico. Como señala la dramaturga, investigadora y ensayista cubana Esther Suárez, sus años en funcionamiento coincidieron con la época dorada de la zarzuela cubana, con la música de Roig, Jaime y Rodrigo Prats, Lecuona y Grenet. También vale señalar la presencia arrolladora del llamado teatro vernáculo, cuyas obras cargadas de humorismo reflejaban las vivencias diarias del cubano. Sirvan estas breves líneas como un homenaje a este espacio vital de la producción artística nacional, cuya gloria coincidiera con la mejor época del tranvía de nuestra ciudad.

En este cartel del teatro puede verse una fotografía datada en los años cincuenta. Se aprecia perfectamente como ya no existen los rieles del tranvía que una vez animó a la ciudad en esas latitudes.