A modo de preámbulo

Hace apenas seis décadas que los tranvías dejaron de ser el principal medio de transporte público con que contaba La Habana. Entonces unas treinta líneas eran servidas por cientos de carros eléctricos que recorrían diariamente miles de millas por toda la ciudad, enlazando áreas residenciales con parques industriales, hoteles con centros nocturnos, mercados y centros comerciales con escuelas y repartos. La vida iba a la par del tranvía. Paraderos, plantas eléctricas, estaciones y oficinas, eran elementos de un paisaje urbano desgraciadamente llamado a desaparecer...

Todo esto fue el tranvía. Raíles que horadaron calles y avenidas que llegan, inutilizados, a nuestros días, cables aéreos entretejidos en tupida red de cobre y bronce, ruidos y silencios sumergidos en la historia de los barrios y sus habitantes, huella arquitectónica, histórica y cultural reflejo de los ritmos trepidantes de la modernidad...

En esencia, un aval más que suficiente para ser recordados por todo lo que hizo por nuestra ciudad...

miércoles, 12 de febrero de 2014

Cuatro caminos para un tranvía...

Por las calzadas de Jesús del Monte y Cristina, en los alrededores del Mercado Único, circularon los tranvías por casi una centuria. También cercano al mercado, tomado como epicentro, hubo tranvías por las calzadas de Belascoaín y Vives.  En la imagen confluyen ómnibus y tranvías en la calzada de Cristina, lo cual es muestra del movimiento vehicular y demográfico de este importante espacio comercial de la geografía habanera.
El Mercado General de Abastos y Consumo Único, llamado para simplificar Mercado Único, y llamado popularmente "de los Cuatro Caminos", ocupa toda una manzana entre las calles de Monte, Cristina, Matadero y Arroyo, en los límites entre los municipios de Habana Vieja y El Cerro. Según su proyecto general, tenía aproximadamente 10 000 metros cuadrados y debía estar cerca del puerto y de las principales arterias viales de la ciudad. Fue inaugurado en el año 1920, según nos cuenta el historiador y antropólogo Avelino Couceiro, "según proyecto de Juan Fernández de Castro que hereda hasta hoy el edificio neoclásico de José R. Franca".
Un vagón circula por Cristina, actualmente calzada de México, frente al pórtico situado en esta vía de comunicación citadina. Todavía en los alrededores del mercado pueden observarse los raíles, los cuales aunque fueron sepultados han emergido a la luz por el mal estado técnico de las calles, asi como elementos propios del suministro de energía como cables eléctricos y postes de alumbrado público.
Desde su puesta en explotación fue uno de los centros comerciales más visitados en La Habana. Su estructura se sustentaba en dos plantas y un sótano, en el cual estaban los almacenes, depósitos y cámaras de refrigeración.  En su interior contaba con cuatro escaleras de mármol y seis elevadores. Los puestos de venta se distribuían alrededor de un patio central.
Las casillas eran tarimas establecidas para la venta de productos, en la planta baja se vendían las viandas, hortalizas y frutas; en la planta alta se ubicaron las bodegas, puestos de carne, de pescado y pequeños establecimientos para la venta de productos gastronómicos elaborados.
En esta imagen de los años cuarenta del siglo pasado, se observa en primer plano, a la izquierda, la fachada de la estación del ferrocarril del Oeste, de donde partían los trenes hacia Pinar del Río. Al fondo, a la derecha, pueden verse dos vagones  circulando en ambos sentidos de la vía. El mercado era parada obligatoria de todos los carros eléctricos, cuyos pasajeros bajaban a hacer sus compras o simplemente curiosear entre las tarimas de la plaza.
Luego del año 1959, -ya desaparecidos los tranvías-, el mercado pasó a cumplir funciones bastante alejadas de su propósito inicial: ser almacén de distintos productos comerciales. Sólo entre los años 1983 y 1986 comenzaría a funcionar nuevamente como mercado, pero solamente con la planta baja habilitada. Reabriría completamente sus puertas al público en el año 1992. 
En la actualidad necesita un amplio y profundo proceso de restauración de su estado físico - arquitectónico que le devuelva su esplendor de antaño, y sobre todo que resalte sus valores históricos, culturales y simbólicos, aunque no incluya en esta titánica tarea el hacer correr de nuevo los tranvías que tanto colorido y funcionalidad aportaron a su entorno...