A modo de preámbulo

Hace apenas seis décadas que los tranvías dejaron de ser el principal medio de transporte público con que contaba La Habana. Entonces unas treinta líneas eran servidas por cientos de carros eléctricos que recorrían diariamente miles de millas por toda la ciudad, enlazando áreas residenciales con parques industriales, hoteles con centros nocturnos, mercados y centros comerciales con escuelas y repartos. La vida iba a la par del tranvía. Paraderos, plantas eléctricas, estaciones y oficinas, eran elementos de un paisaje urbano desgraciadamente llamado a desaparecer...

Todo esto fue el tranvía. Raíles que horadaron calles y avenidas que llegan, inutilizados, a nuestros días, cables aéreos entretejidos en tupida red de cobre y bronce, ruidos y silencios sumergidos en la historia de los barrios y sus habitantes, huella arquitectónica, histórica y cultural reflejo de los ritmos trepidantes de la modernidad...

En esencia, un aval más que suficiente para ser recordados por todo lo que hizo por nuestra ciudad...

jueves, 20 de noviembre de 2014

Crónica de una muerte anunciada...

En el deseo de mostrar la representación del tranvía en la cultura cubana, ya como símbolo, imagen, historia, arte, vivencia y quizás todo a la vez,  hemos presentado en otras entradas de nuestro blog reseñas de  revistas que utilizaron a los tranvías en sus portadas. En esta ocasión tenemos el placer de hablar sobre Crónica, una publicación quincenal de orientación y cultura, de la Editorial LEX, no muy conocida actualmente en nuestro país, pero de un valor excepcional como fuente artística e histórica debido a su marcado carácter instructivo, la calidad de su impresión y la profundidad de sus reflexiones y debates sobre la sociedad cubana de la primera mitad del siglo XX.
Portada de la revista Crónica correspondiente al primero de agosto de 1949. La ilustración presenta en bello y equilibrado diseño una escena cotidiana de tres de los medios principales de transporte existentes en La Habana de la época. En la página de la revista correspondiente a explicar el motivo de la portada, puede leerse: "He aquí un cuadro típicamente habanero: el caos en el transporte urbano, reflejado a "todo color" por el lápiz inteligente y certero de Manuel de la Cruz. En cualquier plaza, en cualquier calle, tranvía, camión y auto se disputan la vía libre unas veces a fuerza de choques y otras con "besos" que se curan en el taller..."
El Director de Crónica fue Mariano Sánchez Roca, un destacado abogado y periodista madrileño que vino a Cuba exiliado tras la caida de la España republicana, en cuyo gobierno fue Subsecretario del Ministerio de Justicia. Refiere el historiador cubano Arturo Pedroso que había fundado a principios de los años cuarenta la editorial LEX, en Obispo 465, que publicaba fundamentalmente textos jurídicos y volúmenes de literatura cubana. A Sánchez Roca se le debe además la autoría de varias publicaciones especializadas en temas de derecho procesal y civil. Crónica comenzó a circular el 15 de enero de 1949. En esta revista colaborarían importantes intelectuales cubanos y extranjeros de la talla de Emilio Roig, Jorge Mañach, Lidia Cabrera, Emeterio Santovenia y Gabriela Mistral.

En este detalle de la portada se puede ver al conductor parado en la puerta del tranvía, listo para cobrar el pasaje. Los colores utilizados, el amarillo y el ocre, se corresponden a los colores reales de los carros eléctricos habaneros, no así el diseño de la cabina, un modelo que no se usó más desde la década de los veinte. En su conjunto el dibujo resalta por su buen gusto, colorido y expresividad.
El dibujo de la portada se debió al destacado pintor costarricense Manuel de la Cruz González, nacido en San José el 16 de abril de 1909 y fallecido el 22 de septiembre de 1986. Pintor autodidacta, fue reconocido como pionero en la introducción del arte abstracto en Costa Rica, práctica creativa que combinaba junto a su pasión por el teatro, la radio y la política, costándole esta última el exilio hacia Cuba en el año 1949. En nuestro país estaría hasta 1952, cuando parte hacia Venezuela y se instala como profesor del Centro de Artes de Maracaibo. Regresó a su país en enero de 1958. Desde 1970 incursionó en otras expresiones como el arte pop, el realismo y el simbolismo expresionista, dejando atrás las abstracciones geométricas que tanto reconocimiento le valieron. Fue un exiliado político de izquierda como Sánchez Roca, y en las páginas de Crónica ambos tuvieron mucho para compatir...

En esta viñeta de la página puede leerse: "¿Hasta cunándo van a circular por las calles de la Habana estos artefactos trepidantes, antiestéticos e incómodos a los que por la fuerza de la costumbre se les llama tranvías? ¿Y hasta cuando va a ser tolerado que el público vaya colgado en el exterior de los citados artefactos con riesgo y exposición de viajeros y traseúntes? ¿Es que la policía no se entera de ese deplorable espectáculo? A lo que se ve, a la Sección Motorizada solamente le interesa poner multas a capricho de los conductores de automóviles particulares en tanto tolera todo lo habido y por haber a las empresas de servicio público de transporte..."
El tranvía cubano vivió una extensa agonía que comenzó al finalizar la Segunda Guerra Mundial y que llegó hasta el fatídico año de 1952. Todo el mundo veía venir su desaparición; la prensa lo atacaba por sus cuatro costados, era motivo de burlas en la radio; en las calles su lento andar y repetidos quejidos de cobres y hierros contra rieles y cables anunciaban a viva voz un deceso seguro. Era, al mejor estilo de García Márquez, la crónica de una muerte anunciada: "El día que lo iban a matar... se murió".
Este año, el gran García Márquez dejó de existir. Ojalá sirvan de alguna manera estas líneas como un sincero homenaje...