««Un blog sobre la historia de los tranvías eléctricos de La Habana, sus principales componentes tecnológicos y arquitectónicos, funcionamiento, parque móvil e impacto social y cultural en una ciudad que hoy los añora»».
A modo de preámbulo
Hace apenas seis décadas que los tranvías dejaron de ser el principal medio de transporte público con que contaba La Habana. Entonces unas treinta líneas eran servidas por cientos de carros eléctricos que recorrían diariamente miles de millas por toda la ciudad, enlazando áreas residenciales con parques industriales, hoteles con centros nocturnos, mercados y centros comerciales con escuelas y repartos. La vida iba a la par del tranvía. Paraderos, plantas eléctricas, estaciones y oficinas, eran elementos de un paisaje urbano desgraciadamente llamado a desaparecer...
Todo esto fue el tranvía. Raíles que horadaron calles y avenidas que llegan, inutilizados, a nuestros días, cables aéreos entretejidos en tupida red de cobre y bronce, ruidos y silencios sumergidos en la historia de los barrios y sus habitantes, huella arquitectónica, histórica y cultural reflejo de los ritmos trepidantes de la modernidad...
En esencia, un aval más que suficiente para ser recordados por todo lo que hizo por nuestra ciudad...
lunes, 26 de diciembre de 2016
viernes, 2 de septiembre de 2016
miércoles, 6 de enero de 2016
Mapa de tranvias y trenes de La Habana del siglo XIX
La tercera de las líneas salía de la explanada del Castillo de La Punta, al final del paseo de Tacón, para empalmarse con la estación ferrocarrilera de Villanueva, -en los espacios donde actualmente está erigido el Capitolio Nacional-, y de este punto hacia la alameda de Paula para terminar en la calle San Francisco, muy cercana al Castillo del Príncipe. El último de los recorridos también tenía su paradero en la explanada del Castillo de la Punta y alcanzaba la ribera del río La Chorrera, actual Almendares.
En este mapa del año 1871 (elaboración propia) puede observarse los recorridos de los principales ferrocarriles junto al del tranvía de sangre de Domingo Trigo. Fue sin dudas el medio de transporte que más influyó en la forma y estructura de la ciudad burguesa de la segunda mitad del siglo XIX, una realidad que a veces ha sido soslayada.