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Vista de la plazuela de Albear desde la calle Monserrate, donde puede observarse en primer plano el mundialmente conocido Bar - Restaurante El Floridita, popular desde tiempos de Ernest Hemingway, uno de sus clientes habituales. La plazuela de Albear tiene además como edificios colidantes la Manzana de Gómez, actualmente en proceso inversionista para convertirla en instalación hotelera, la librería La Moderna Poesía, institución insigne en Cuba en su ramo y el antiguo Centro Asturiano, actualmente Museo Nacional de Bellas Artes. |
La plazuela o plazoleta de Albear es un pequeño pero significativo espacio público localizado en la intersección de las calles Obispo y Monserrate, cercano a donde pasaban los muros que abrazaban a la Habana colonial. Sus orígenes se remontan a la tercera década del siglo XIX, cuando por orden del Capitán General Miguel de Tacón (1834 - 1838) fue trasladada la Ermita de Monserrate hacia la calle Galiano porque obstruía el paso de volantas y quitrines que en gran número transitaban en sus alrededores. Por su importancia en la comunicación y movilidad entre la ciudad intra y extramural, a partir del año 1862 al tránsito regular de carruajes se le añadirían los tranvías de tracción animal o de "sangre". Ello fue el inicio de la relación entre el tranvía y la plazuela, que perduraría hasta la quinta década del siglo XX.
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Una imagen de principios del siglo XX, cuando ya estaban establecidos los tranvías eléctricos en la capital cubana. Situados frente a la estatua del preclaro ingeniero habanero Albear, autor de inportantes obras de la aquitectura e ingeniería cubana, entre ellos el Acueducto de La Habana, los rieles sobre la calle Monserrate y el tendido de postes y cables encargados del suministro energético. Monserrate estaba por entonces adoquinada, como otras muchas calles de la ciudad. |
La escultura de Francisco de Albear fue colocada en la plazuela en el año 1895. Como ha planteado el historiador cubano Carlos Venegas, con la demolición de las murallas habaneras se contribuyó a la modernización de la ciudad y en las áreas antes ocupadas por el vetusto cinturón de piedras se elevaron edificios de mayor y mejor escala arquitectónica a la conocida en La Habana de intramuros. La plazoleta de Albear fue una de las obras favorecidas por el "boom" constructivo de principios del XX. De estos años y a sugerencia de la Alcaldía data su primera renovación, cuando se ampliaron sus aceras para favorecer el paso peatonal y se colocaron nuevas farolas y árboles ornamentales.
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Un carro eléctrico en las inmediaciones de la plazuela, una imagen datada entre 1910 y 1916. En primer plano, a la derecha, el edificio Manzana de Gómez, aún con dos pisos y sede de los teatros Politeama (grande y pequeño), de efímeras existencias. Las obras de ampliación de la Manzana de Gómez, llamada asi en honor a su propietario, Andrés Gómez Mena, del poderoso clan familiar Gómez - Mena, comenzaron entre 1916 y 1918 y añadieron al edificio cuatro pisos y ocho ascensores. Al fondo, el Hotel Inglaterra, uno de los primeros hoteles de Cuba fundado en el siglo XIX y aún en funciones. |
Como ha estudiado la historiadora cubana Yamira Marcano, la imagen de la plazuela de Albear fue alterándose con el paso de los años, y no siempre para bien. Los bancos de mármol ubicados en la década de los veinte con motivo de la celebración en La Habana de la VI Conferencia Internacional Panamericana, que contó con la presencia del predidente estadounidense John Calvin Coolidge, se retiraron a un desconocido paradero, la vegetación de "Ficus" fue ganando más espacio sobre la superficie construida y las lujosas luminarias de antaño desaparecieron.
También desaparecerían los carros eléctricos que circulaban por Monserrate y que tanta vida imprimían a la ciudad...
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La plazuela de Albear en la década de los veinte del siglo pasado, testigo del paso de un tranvía. Los árboles que caracterizarán a este espacio público estaban aún retoñando. El edificio de la Manzana de Gómez contaba con sus seis pisos y era un atractivo e intenso "mall" con varias tiendas y demás espacios comerciales. Sólo se mantendrá inalterable la estatua del ilustre Albear, que tanto hizo por nuestra ciudad al cual debemos gratitud infinita. |