!Sesenta y cinco años de antiguedad de un billete hecho para no durar y no presenta manchas, ni roturas, siquiera una esquina partida! ¿Cúal habrá sido su camino en la "supervivencia"? ¿Acaso estuvo guardado por décadas en el interior de un libro a contar desde el mismo instante que el conductor se lo entregó a un olvidadizo pasajero? Nadie lo sabrá nunca. Hoy no podemos hacer más que maravillarnos...
««Un blog sobre la historia de los tranvías eléctricos de La Habana, sus principales componentes tecnológicos y arquitectónicos, funcionamiento, parque móvil e impacto social y cultural en una ciudad que hoy los añora»».
A modo de preámbulo
Hace apenas seis décadas que los tranvías dejaron de ser el principal medio de transporte público con que contaba La Habana. Entonces unas treinta líneas eran servidas por cientos de carros eléctricos que recorrían diariamente miles de millas por toda la ciudad, enlazando áreas residenciales con parques industriales, hoteles con centros nocturnos, mercados y centros comerciales con escuelas y repartos. La vida iba a la par del tranvía. Paraderos, plantas eléctricas, estaciones y oficinas, eran elementos de un paisaje urbano desgraciadamente llamado a desaparecer...
Todo esto fue el tranvía. Raíles que horadaron calles y avenidas que llegan, inutilizados, a nuestros días, cables aéreos entretejidos en tupida red de cobre y bronce, ruidos y silencios sumergidos en la historia de los barrios y sus habitantes, huella arquitectónica, histórica y cultural reflejo de los ritmos trepidantes de la modernidad...
En esencia, un aval más que suficiente para ser recordados por todo lo que hizo por nuestra ciudad...
miércoles, 30 de abril de 2014
Una transferencia tranviaria con una vocación de futuro.
!Sesenta y cinco años de antiguedad de un billete hecho para no durar y no presenta manchas, ni roturas, siquiera una esquina partida! ¿Cúal habrá sido su camino en la "supervivencia"? ¿Acaso estuvo guardado por décadas en el interior de un libro a contar desde el mismo instante que el conductor se lo entregó a un olvidadizo pasajero? Nadie lo sabrá nunca. Hoy no podemos hacer más que maravillarnos...